miércoles, 9 de junio de 2010

Oslo | 4-6/06/2010


Hotel:

Hay que decir que en Oslo nada es barato sino todo lo contrario y el hotel no iba a ser menos, eso sí, muy moderno y limpito todo. La única pega que le pondría es que el baño no tiene ninguna privacidad ya que una de las paredes es de cristal totalmente transparente. Por lo demás perfecto, con unos magníficos desayunos con una gran surtido de fruta, cereales, zumos, embutidos, tortillas e incluso un tipo de caviar que estaba buenísimo. Bien situado y comunicado con el centro de Oslo y el puerto, se puede ir caminando un ratito o en el tranvía que hace parada en la misma puerta del hotel.

Nuestro viaje a Oslo ha sido el único al que hemos ido casi sin documentarnos acerca de la ciudad y sus lugares de interés, digamos que no lo preparamos concienzudamente como los demás y eso hizo que tuviéramos que improvisar, por ejemplo, con los restaurantes y algunos lugares sobre la marcha.

Fue precioso el viaje en avión, si tienes suerte de pillar un día despejado, como nosotros, puedes ver unos paisajes maravillosos de la costa de Holanda, viendo Amsterdam, la costa de Dinamarca y el fiordo de Oslo que es impresionante.

Llegamos al aeropuerto de Rygee el viernes por la tarde y allí cogimos un mapa de Oslo para poder orientarnos con las calles y las líneas de tranvía. Después del viaje en bus hasta la ciudad llegamos a la estación de Oslo y de ahí en tranvía hasta el hotel, dejamos las maletas y fuimos a dar una vuelta por los alrededores. Se nos hicieron casi las 12 y aún no habíamos cenado, y es que nos despistó que aún era de día!! En la época que estuvimos solamente caía la noche durante un par de horas y era una sensación bastante rara ya que para dormir tenías que cerrar las cortinas para que no entrara luz y cuando te levantabas a las 8 hacía sol casi de mediodía!!

Nos levantamos por la mañana temprano y fuimos a ponernos finos de desayunar. No se que pasa pero en casa nunca nos paramos a hacer un buen desayuno y en los hoteles cuando nos lo dan echo nos ponemos hasta arriba!! En fin, que cogimos la mochila y nos fuimos andando en dirección al centro de Oslo pasando por el Palacio Real con sus jardines (Slottsparken) y bajando la avenida Karl Johans viendo el teatro nacional, la universidad, el hard rock café, el parlamento y la catedral hasta llegar al puerto de Oslo, frente al ayuntamiento, donde podías comprar gambas recién pescadas en los barcos que llegaban.


Desde el puerto cogeríamos el barco que nos llevaría a hacer un mini crucero por el fiordo de Oslo (muy recomendable) pero no sin antes pasar a tomar una cerveza bien fría y comprar algo de ropa de manga corta, ya que nos fuimos desde Barcelona solamente con jerseys pensando que haría frío y nos encontramos con un sol tremendo que incluso nos quemó la cara!!



Después del crucero fuimos buscando comer algo típico y nos encontramos casi por casualidad con la Brasserie 45, de la que habíamos leído algún comentario. Fue allí donde probamos un plato de salmón noruego y, por supuesto, no nos defraudó.


Nos quedaba media tarde por delante, además no se hacía de noche!! así que esperamos un tranvía que nos llevara hasta el Vigelandsparken. En la parada del tranvía nos encontramos con señor local muy agradable que hablaba un poquito de español y nos contó unas cuantas cosas sobre Oslo, sus habitantes y sus costumbres. Vigelandsparken, el parque de Vigeland, es una de las atracciones más visitadas de Noruega y el trabajo de toda una vida del escultor Gustav Vigeland. En el parque se pueden ver más de 200 maravillosas esculturas de bronce, hierro y granito. En sus jardines también se reúne la gente joven a comer y beber, nosotros estuvimos un sábado por la tarde y era impresionante la cantidad de gente joven que había, incluso con barbacoas y equipos de música bastante potentes.


No habíamos parado en todo el día y estábamos agotados así que fuimos a darnos una ducha al hotel y a comer algo rápido a un McDonalds que había cerca para ir a dormir cuanto antes.


El plan para la mañana siguiente sería visitar el famoso salto de skí de Holmenkollen así que nos levantamos pronto y allí nos fuimos después de hacer unas cuantas filigranas con tren y bus porque la línea de tren que sube, igual que el salto, la estaban preparando para el siguiente campeonato. Una vez arriba las vistas de Oslo y el fiordo son realmente impresionantes, es otra de las visitas que no puedes dejar de hacer.


Y de ahí a tirarnos un rato en los jardines del Palacio Real para ver el cambio de guardia, que al final resultó una chorrada pero pasamos un rato divertido.




No nos dio tiempo a más ya que teníamos que llegar al hotel para hacer el check out. Comimos algo al lado y cogimos el tranvía que nos llevó a la estación, donde cogeríamos el bus de nuevo hacia el aeropuerto de Rygee y de ahí hasta Barcelona.


Nos vinimos con una sensación muy buena en general y recomendaría a cualquiera viajar a Oslo, eso sí, es una ciudad bastante cara;)

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